Una familia entera llegó hasta la comisaría de Cajamarca para denunciar el robo de un cadáver que estaban a punto de sepultar, Martha Gonzáles Viuda de Vásquez, demandó que el féretro que contenía los restos de su esposo, quien falleció a causa de una enfermedad terminal, le fue arrebatado por los hermanos y padres de su ex conyugue.
Los acusados de robo habrían aprovechado un descuido y aduciendo que no encontraban el nicho donde sería sepultado, sacaron el ataúd, lo metieron en un taxi y fugaron con destino al distrito de Llacanora. A pesar con los siguieron con policías nada pudieron hacer.
Un grupo de familiares desesperados acudieron al puesto policial esperando los ayuden a recuperar el féretro; en su vivienda aún permanece la capilla ardiente, que acompañó durante dos días el velatorio.
Entre tanto en el distrito de Llacanora, un numeroso grupo de familiares, se aferran al cuerpo, el que manifiestan no permitirán sea llevado a sepultar en Cajamarca, pues ya tiene su nicho en el cementerio de esta comunidad. Tras hacer arengas donde advierten que nadie les quitará los restos de su ser querido, justifican sus actitud diciendo que la última voluntad Marino Vásquez Villar, fue ser sepultado en su tierra natal.
En el cementerio de Cajamarca, su nicho permanece vacío, junto a él se pueden apreciar los arreglos florales que dejaron sin poder sepultarlo; algunos trabajadores del camposanto dijeron haber sido sorprendidos cuando vieron que llevaron el ataúd a las carreras.
Los acusados de robo habrían aprovechado un descuido y aduciendo que no encontraban el nicho donde sería sepultado, sacaron el ataúd, lo metieron en un taxi y fugaron con destino al distrito de Llacanora. A pesar con los siguieron con policías nada pudieron hacer.
Un grupo de familiares desesperados acudieron al puesto policial esperando los ayuden a recuperar el féretro; en su vivienda aún permanece la capilla ardiente, que acompañó durante dos días el velatorio.
Entre tanto en el distrito de Llacanora, un numeroso grupo de familiares, se aferran al cuerpo, el que manifiestan no permitirán sea llevado a sepultar en Cajamarca, pues ya tiene su nicho en el cementerio de esta comunidad. Tras hacer arengas donde advierten que nadie les quitará los restos de su ser querido, justifican sus actitud diciendo que la última voluntad Marino Vásquez Villar, fue ser sepultado en su tierra natal.
En el cementerio de Cajamarca, su nicho permanece vacío, junto a él se pueden apreciar los arreglos florales que dejaron sin poder sepultarlo; algunos trabajadores del camposanto dijeron haber sido sorprendidos cuando vieron que llevaron el ataúd a las carreras.
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